sábado, 1 de marzo de 2014

Cajitas de recuerdos sonoros


Mi mudanza coincide con los 50 años del cassette, mientras encajetaba mis cosas encontré algunos y no pude evitar ponerlos en la casetera solamente para darle play a la nostalgia.


Hace poco me mudé de casa de mi madre: empezar a sacar todo, tirar a la basura lo que no sirve, heredar lo aún utilizable y llevar únicamente lo necesario fue un proceso un poco más largo de lo que yo pensaba.  En esas estaba cuando encontré varias decenas de cassettes.

No pude evitar poner uno a uno en la casetera y me di cuenta de que no sabía que tenía tantos con un contenido tan variado.  Darles play, además de hacerlos sonar, dio inicio a la nostalgia. Cada cinta tiene una historia, un por qué, bien podríamos decir que son cajitas de recuerdos sonoros; no dudo que esa misma sensación sea la que invadió a los organizadores del Cassette Store Day el 7 de septiembre, al cumplirse los 50 años de su comercialización.

Recordemos un poco: Philips fue el inventor del casette, lo presentó en septiembre de 1963 en el Berlin Radio Show y casi 20 años más tarde inició su consumo masivo, cuando empezaron a salir las radios portátiles y el Walkman a un precio accesible. Pero más allá de su historia, estas cintas se volvieron un objeto representativo de los 80 y parte de los 90.

Seguro los lectores más jóvenes no tienen idea de qué fueron estas cajitas plásticas con carretes y una cinta magnética y se perdieron momentos y situaciones que hacían que disfrutar de tu música valiera el esfuerzo extra: no vivieron la experiencia de rebobinar con un lápiz, ni tampoco se pusieron furibundos porque “la radio se tragó la cinta”; no se tuvieron que levantar para darle la vuelta al cassette del lado A al lado B y viceversa.   Se perdieron la primera forma de piratería: en ellos se grababa de todo, ya fuese en vivo o desde la radio – yo encontré especiales musicales de Omega Stereo, canciones con un ponche de Radio 10 y otras que decían “Stereo Panamá, dos canales”.

Yo no creo que vayan a surgir de las cenizas, aunque sellos discográficos como Burger Records, en California, los británicos Reeks of Effort y Sex Beat; o la canadiense Scotch Tapes publiquen música de nuevas bandas en cinta magnética; aunque Sexbeat, Kisabiluty y Suplex celebren un día mundial para conmemorar y reediten discos de bandas como Flaming Lips, Deerhunter y At The Drive In en este formato.

Pero aunque fallen en el intento de recomercializarlos, quienes los apreciamos y aún guardamos nuestros cassettes en el depósito o en una cajita, tendremos siempre la certeza de que el formato físico puede hacer algo más que el digital: puede ser un tesoro personal, puede tocar música y puede traer en cada sonido un recuerdo de aquellos tiempos que no volverán.

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