Desde hace un año he desarrollado el
pasatiempo de soltar libros; liberarlos y hacerlos pasear. Imagino a un ávido lector que se emociona al
encontrar una obra literaria en un lugar cualquiera y se da cuenta de que puede
tomarla y llevarla, siempre y cuando la deje por ahí cuando termine de leerla.
¿Qué tal si el mundo fuera una gran
biblioteca gratuita? ¿No les parece
maravilloso? Eso es lo que pretende mi pasatiempo; que no es más que una
pequeñísima parte del movimiento de liberación de libros o Bookcrossing: tratar de hacer que los libros viajen libremente de
mano en mano. El motor del asunto son los lemas “Los libros viven” o “(Los
libros) están aburridos de tu estantería”.
Las primeras veces que liberé libros lo
hice en cafeterías, restaurantes y el mall.
Nunca supe qué pasó con ellos ni sé por dónde andarán, pero el año pasado,
Mathilde Grand, curadora del Festival San Francisco de la Montaña 2012, me
propuso “liberar libros en la jungla”, principalmente los títulos de artistas
nacionales pero esta vez con ayuda de una herramienta para poder seguirles la pista:
la página BookCrossing.com, que permite que el usuario cree una cuenta,
registre el libro para asignarle un BCID (número de identificación) y con él
poder saber los lugares donde ha estado y la opinión de quienes lo han leído.
Admito que no he soltado ningún título de
algún escritor nacional, siento cierto apego a ellos, los veo como obras
importantísimas que no se si podré recuperar; quizás me atreva cuando adquiera
2 libros en lugar de 1, uno para liberar y el otro para tenerlo en mi
biblioteca personal.
La parte negativa de mi aventura como
liberadora es que no he tenido respuesta en la página web de ninguno de los
títulos que he registrado, quizás porque el
movimiento es nuevo en Panamá – en todo el mundo hay más de 500 mil
miembros y se han liberado más de 3 millones de textos.
En el 2003, Jessica Adams, la autora de
libros para chicas criticó fuertemente el
movimiento porque, desde su punto de vista, atentaba contra los autores,
ya que podía hacer que bajaran las ventas de obras literarias y el pago de
regalías, pero para quienes practican la liberación de obras no hay nada más
lejos de la realidad; el BookCrossing
ha permitido que lectores conozcan nuevos autores y géneros literarios, lo que
los lleva a adquirir los libros si les ha gustado lo que leyeron.
Un libro que no se lee está muerto, se
escriben para leerse y compartirse. No creo que haya algo más hermoso para un
escritor que la posibilidad de que sus palabras vayan por todas partes, es el
mejor regalo que puede darle un lector. ¿Qué tal si entre todos empezamos a
darle gusto a los escritores liberando libros, compartiendo esos textos que nos
han gustado y que consideramos que deben conocerse?
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