domingo, 25 de julio de 2010

¿La peor profesión?

Me atrevería a apostar que no hay peor profesión que la del dentista. No conozco a nadie que disfrute de las visitas al consultorio y, sin embargo, son sumamente necesarios si queremos mantener una sonrisa decente.

Toda esta reflexión me vino a la cabeza porque mañana temprano tengo que ir a visitar a mi odontólogo. Es el mismo que he tenido toda mi vida -desde hace tanto así que, si mal no recuerdo, sólo se me cayeron 2 dientes de forma natural y él se encargó de sacarme todos los demás.

La visita mañana me tiene con los nervios de punta, no voy a negarlo, porque me partí una muela y el dolor es tan insoportable que creo que me tendrán que hacer una endodoncia.  Intenté pasar por alto esta visita, traté de convencerme de que no fue nada grave, que el dolor es psicológico y quién sabe cuántas cosas más, pero fue cuestión de horas para que al final, se volviera una cita obligatoria en mi agenda.

Todo empezó por culpa de una manzana, sí - como dice una amiga fue "la pobre fruta contra el diente" y la fruta ganó. Mordí la manzana y después sonó "crack", sentí pedacitos óseos y resultó ser que se me partió la muela. Suena sorprendente, pero es la pura verdad.  Pasadas unas horas, un dolor punzante se apoderó de la parte inferior de mi boca y, a medida que avanzaba el tiempo, se ponía peor.