¿Se ha preguntado alguna vez lo que
cuesta organizar una conferencia de prensa? Si le digo que es un
reto, ¿me creería?
Si dijera que sé cómo funcionan las
conferencias de políticos, deportistas o médicos, le estaría
mintiendo; pero conozco las de eventos y artistas y el cuadro pocas
veces cambia: hay periodistas que en vez de ir a buscar la noticia,
van a hacer vida social como si no entendieran que la finalidad es
darles toda la información necesaria de primera mano y aclarar
cualquier duda que tengan.
Le voy a contar lo que pasa al momento
de hacer conferencias para que tenga una idea de la odisea a la que
se enfrenta el organizador.
Todo inicia con la búsqueda del lugar,
fecha y hora; no puede coincidir con nada, ni ser antes o después de
otro evento porque se corre el riesgo de que no asistan; no puede ser
en horas específicas (temprano en la mañana o a la hora de almuerzo
– aunque les dé comida) porque tampoco asisten y debe ser en un
lugar con estacionamientos y acceso a taxis y parada de buses para
que no le digan “no tenía cómo llegar”.
Después viene el envío de las
invitaciones: si se trata de alguien reconocido, se pelean por ir; si
se trata de alguien que pocos conocen, envían al nuevo por
obligación, llegan tarde o simplemente no llegan. ¿R.S.V.P.? Muy
pocos confirman asistencia sin que el organizador los llame a
preguntar si van.
Inicia el evento y la parte incómoda
para quienes conforman la mesa principal; es usual que mientras dan
la información, los invitados conversan y que cuando abren el
espacio de preguntas y respuestas, el maestro de ceremonia o quien
encabeza la mesa principal diga “¿alguna pregunta?”, reine el
silencio sepulcral o los mismos murmullos de conversaciones iniciadas
desde la primera intervención.
Pero no todo es malo, hay un par de
periodistas que sí van a trabajar y se deciden a romper el hielo,
probablemente le sigan 3 ó 4. Después de que estas pocas personas
reciben sus respuestas, vuelve a reinar el silencio y por último, el
maestro de ceremonia – aburrido de esperar – hace pasar a todos a
la mesa de bocadillos para un refrigerio (si es que no se los han
comido ya). No faltará quien critique el menú y aquel que en vez de
disfrutar de las bebidas disponibles prefiera pedirle al mesero una
bebida a su gusto.
La odisea culmina con el pago total de
gastos por el evento, el envío por email del comunicado de prensa
donde se redacta lo que se dijo en la conferencia y la técnica de
copiar, pegar y firmar como propio el comunicado en los medios
representados por quienes no hicieron más que conversar. ¿Alguna
pregunta?
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