Más vale que no se equivoquen en el ultrasonido al momento
de definir el sexo del bebé por venir, porque si se compra la sabanilla marrón
y resulta que es niña o rosada y nace niño... ¡no quiero ni imaginarlo!
lunes, 31 de marzo de 2014
sábado, 1 de marzo de 2014
Cajitas de recuerdos sonoros
Mi
mudanza coincide con los 50 años del cassette, mientras encajetaba mis cosas
encontré algunos y no pude evitar ponerlos en la casetera solamente para darle
play a la nostalgia.
sábado, 1 de febrero de 2014
¡Hagamos del mundo una biblioteca!
Brindarle la oportunidad al autor de que
sus palabras viajen por todas partes puede ser uno de los mejores regalos por
parte de un lector.
lunes, 3 de junio de 2013
Nadie nos prepara
"Ahora solo queda esperar". Vaya frasecita. Ojalá nadie tuviera que escucharla y no se tuviera que decir.
Cuando los médicos dicen "no responde a los tratamientos", "plan a corto plazo" o "ya se hizo lo que se podía" sentimos que el cielo se nos viene encima y, aunque con todo eso nos adviertan, nadie está realmente preparado para el final de la vida de un ser querido. Nadie. Ni médicos, ni enfermeras, ni familiares, ni amigos. Nadie. Y ningún consuelo es suficiente, quizás temporal, pero no suficiente.
Hace poco me tocó escuchar esas frases por segunda vez en el año y, aunque de momento, pensé que todo iba a ser algo transitorio, no lo fue. En ninguna de las dos ocasiones. El vacío queda, la tristeza queda, nuestro egoísmo nos hace querer que la persona esté, que se quede con nosotros por más tiempo; da igual que hayan dicho que iba a pasar porque, como dije, nadie está preparado para el final de la vida de un ser querido. Nadie.
Cuando los médicos dicen "no responde a los tratamientos", "plan a corto plazo" o "ya se hizo lo que se podía" sentimos que el cielo se nos viene encima y, aunque con todo eso nos adviertan, nadie está realmente preparado para el final de la vida de un ser querido. Nadie. Ni médicos, ni enfermeras, ni familiares, ni amigos. Nadie. Y ningún consuelo es suficiente, quizás temporal, pero no suficiente.
Hace poco me tocó escuchar esas frases por segunda vez en el año y, aunque de momento, pensé que todo iba a ser algo transitorio, no lo fue. En ninguna de las dos ocasiones. El vacío queda, la tristeza queda, nuestro egoísmo nos hace querer que la persona esté, que se quede con nosotros por más tiempo; da igual que hayan dicho que iba a pasar porque, como dije, nadie está preparado para el final de la vida de un ser querido. Nadie.