Al empezar con un proyecto, para quienes representamos la carrera y desarrollo de un cliente, talento, producto o empresa es más el sacrificio que el beneficio que se obtiene; se inicia de cero, cuando nadie, entiéndase bien: NADIE estaba trabajando al cliente (en el caso de mi profesión, artista o grupo), nadie estaba interesado, nadie sabía quién era y nadie estaba apoyándolo; entonces ALGUIEN decide creer en el material y empezar a planear, desarrollar, pulir y posicionar en la mayoría de los casos por fe, ya que no tenemos como saber si va o no a funcionar.
Ese material que originalmente es de una sola persona o grupo, se convierte en una masa que hay que moldear y con el trabajo y seguimiento le va dando forma y se vuelve un asunto de equipo. No somos máquinas y uno llega a involucrarse con el trabajo (en algunas ocasiones más de la cuenta) y olvidamos que si bien nuestra carrera crece, lo que estamos echando a andar es la carrera de otro. Quien haya visto la película Jerry Maguire seguramente entenderá a qué me refiero. Cuando hay compromiso de ambas partes, todo marcha bien, pero ¿qué pasa cuando el compromiso solo viene de un lado?